“La sangrienta masacre deberá ser castigada”. Así de rotundo se ha expresado el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. Los medios de comunicación del país sitúan al borde de la ruptura las relaciones entre Turquía e Israel, otrora protagonistas de una férrea alianza geopolítica y con importantes lazos energéticos y militares. El convoy marítimo de ayuda humanitaria a Gaza asaltado la pasada madrugada estaba compuesto en su mayoría por civiles turcos.
Ante la comisión parlamentaria de su partido, Erdogan ha expresado su “tristeza” por lo ocurrido ayer, “una mancha negra en la civilización y la cultura común de la humanidad. Una vergüenza, ha dicho, en la historia de la humanidad. Masacrar civiles inocentes y tratarlos como terroristas sólo puede ser producto de una arrogante cobardía y de una ausencia de humanidad”.
“Nadie debería atreverse a poner a prueba la paciencia de Turquía. La amistad de Turquía es muy importante. Perder la amistad de Turquía es también muy peligroso. Un Estado que se gana el odio del mundo, no puede asegurar la seguridad de su pueblo”.
En las calles de las principales ciudades del país miles de ciudadanos turcos han expresado su repulsa al ataque israelí, calificado por el propio Erdogan ayer mismo (poco después de suspender su gira por latinoamerica) de “terrorismo de Estado”.
En Ankara un millar de personas se manifestaron ante la residencia del embajador israelí y comenzaron a arrojar objetos contra el edificio, tras lo que fueron dispersadas por las fuerzas de seguridad turcas.
Fuente: Euronews
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