La decisión de la presidenta interina de Kirguistán, Roza Otunbáyeva, de permitir el ingreso de policías de la Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE) acrecentó hoy las discrepancias con sectores políticos nacionales.Paralelo a las demostraciones de protesta en las calles de Bishkek y de otras ciudades del interior, los diputados de la convulsa sureña ciudad de Osh adoptaron este viernes una resolución en contra de la presencia de fuerzas de la OSCE, informó la agencia kirguiz AKIpress.
El gobierno provisional, encabezado por Otunbáyeva desde los disturbios de abril último, aceptó la propuesta de permitir el ingreso a la nación centroasiática de poco más de medio centenar de policías extranjeros, con el argumento de apoyar la seguridad en el sur del país, luego de los violentos enfrentamientos interétnicos de junio pasado.
Uno de los políticos más influyentes en Kirguistán y dirigente opositor, el ex primer ministro Félix Kulov esgrimió su rechazo a la presencia de policías foráneos en la ausencia de garantías de que no vayan a masacrar a los civiles, ante la compleja situación que predomina en el sur, dijo.
La ayuda debe ser otra. Necesitamos especialistas en técnicas forense y criminalística, en balística y en la organización de las investigaciones policiales, ponderó Kulov.
Para el otrora titular del Parlamento Adajan Madumarov, la invitación de tropas extranjeras es una decisión precipitada e impensada.
Valoró en ese sentido los actos de protestas realizados esta semana por todo el país ante la inminente presencia policial de la OSCE, lo cual ha enardecido el patriotismo, subrayó.
La jefa del gobierno provisional, de otro lado, se esforzó durante su visita a Osh este viernes en convencer a jóvenes activistas sobre la necesidad y pertinencia de esa medida, cuestionada por amplios sectores de la sociedad civil kirguiz.
Según su versión, los policías prestarán «ayuda consultiva» a los órganos de seguridad y del orden con el fin de preservar la estabilidad en el sur de la nación centroasiática.
Una ola de protestas populares provocó en abril el derrocamiento del gobierno del presidente Kurmanbek Bakiev y la toma del poder por grupos de la oposición, liderados entonces por Roza Otunbáyeva, ex jefa de la diplomacia.
Al convulso panorama en Bishkek siguieron violentos enfrentamientos interétnicos en Osh, segunda urbe más importante, y en la vecina región de Dzhalal-Abad, con resultado de más de 200 muertos y dos mil 224 heridos.
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